Regenerando la empresa 3: las funciones

En un mundo terriblemente complejo de definiciones y clasificaciones empresariales no es nada fácil concretar las funciones que una empresa debe de orquestar para conseguir su misión. Mi idea de que lo simple y natural es valioso para comprender y aprender las cosas, me lleva a hablar sólo de tres funciones claves en el buen funcionamiento de una empresa: la dirección, la gestión y la operación.

Me refiero aquí a funciones y no a cargos, es decir, no se puede confundir la función de dirección con el “Director” (no todos los Directores saben dirigir, ni esa debería ser su única función), ni la función de gestión con el “Gerente” (no es mejor gestor el Gerente que se separa de la operación), ni la función de operación con los “Operarios” (no a todos los Operarios les gusta ni saben operar). Lo ideal es que estas tres funciones estén distribuidas entre las personas que forman la empresa de manera que los que trabajan sean los que la posean y la administren. Lo ideal es que los trabajadores sean los patrones.

Una vez que el primer impulso se ha dado con la iniciativa del emprendedor, la empresa debe de ser conducida por personas de manera comunal, es decir, por medio del entendimiento común de sus integrantes. Si se involucra a los componentes se conseguirá el sentido de pertenencia y sólo con ese sentimiento una persona será parte importante del proyecto. Orquestar entre todos la dirección, la gestión y la operación es la clave del funcionamiento de la empresa. Tampoco veo conveniente definir un cargo por función, por tanto, la clásica definición de los tres niveles de funciones (Director, Gerente y Operario) va a impedir integrar y desarrollar el sentido de pertenencia que hará de la empresa un equipo fuerte.

Recurro a la imagen del cuerpo humano como símbolo de una  buena integración entre esas tres funciones.  El corazón: sentir (soñar es la única condición indispensable para hacer lo que se quiere), la cabeza: pensar (la lógica de la planificación ayuda a conseguir los que se quiere), y las manos: hacer (lo hecho con responsabilidad con sentido es importante para la moral). Estos tres elementos ayudan mucho a ver como en una sola persona se pueden agrupar esas tres funciones.

Integracion

La función de dirección tiene la misión básica de salir de la operativa y la gerencia y observar, no como un mero espectador, sino reflexionando, soñando con la intención de buscar los desafíos futuros. Debe después generar una tensión o energía productiva para que la cabeza se ponga a pensar cómo hacer.

La función de gestión tiene que analizar la situación y evaluar los recursos disponibles para llegar a las metas. Definir estrategias y planes de acción, buscar caminos y corregir desviaciones en la consecución de esas metas. La gestión ha de estar muy unida a la operación, pues de las dos depende el resultado.

La función de operación acepta y se identifica con las metas, aporta las competencias necesarias para realizar los planes y resuelve los problemas e imprevistos durante la realización. Impulsada siempre por la tensión productiva de la dirección que impide la evasión del trabajo, esta función va proponiendo mejoras a la gestión.

No veo cómo se puede separar estas tres funciones, y además creo que una persona estará completa cuando ejerza las tres funciones en cualquier grupo que esté. No se puede evitar soñar con lo que se quiere conseguir, ni aportar ideas para cómo conseguirlo, ni por supuesto dejar de hacer y producir. Reivindico el placer del trabajo operativo, pues es el que más intensamente produce una satisfacción. No se trata de ser  una máquina con mayor o menor consciencia de su propia desgracia, ni podemos ser unas mentes pensantes sin sentimientos, así como no se trata de ser un soñador que no llega nunca a ver cumplido sus sueños.

Tres funciones

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